Mi experiencia en el viaje misionero de M25 donde mi vida fue cambiada.
Empezaré diciendo que realmente en este viaje pude ver el mover de Dios más que nunca, pude verlo hablando de manera tan simple y directa que no quedaba duda de que él estaba allí. Mi vida fue transformada , usada y moldeada en este viaje. Se que nada en mi vida volverá a ser igual.
Yo soy bailarina profesional y para mi la mayor expresión con la que me puedo conectar a Dios es bailando. Me quedé realmente impactada como niños y adultos bailaban de tal manera que en medio de cada baile podía sentir al Espíritu Santo muy fuerte en ese lugar. No importaba que tan bien supieras bailar, lo que valía en esta ecuación era tu corazón, tu actitud y tus ganas de celebrar a Jesús. Cada vez que tuve la oportunidad de bailar con ellos pude sentir que hablábamos el mismo lenguaje y lo que importaba era agradar a Dios. En algunos instantes paré de bailar y pude observar que no hay lengua, cultura o color de piel que nos separe o nos haga diferentes, simplemente éramos UNO agradando el corazón de nuestro padre. En este lugar me sentía hija ,me sentía parte, estaba en casa, en mi hogar.
Yo fui al viaje con todas las ganas de dar y trabajar, en entregarme a ayudar con lo que Dios estaba haciendo en ese lugar, pero al final lo que me lleve no alcanza con palabras a describir lo que ellos dejaron en mi.
Nunca olvidaré cuando una de las mujeres de la misión me regaló una falda y yo sin saber quién era, solo nos habíamos cruzado una vez. No pude aguantar el llanto, no entendía que había hecho yo para recibir lo mejor que esta mujer tenía. Mi corazón rebozo de amor por estas personas, que dan, pero dan lo mejor que tienen. Dios también me habló mucho sobre la generosidad, ver como una mujer con lo poco que tenía me cosió e hizo una falda para mi, fue Jesús hablando directamente a mi corazón.
Si tuviera que resumir mi viaje en una simple frase diría que Guinea-Bissau hizo arder mi corazón.
Dios puso algo muy especial en mi familia con mi esposo, que él ha tenido la bendición de haber podido hacer este viaje dos veces. Desde el punto matrimonial como familia, nunca había visto a mi esposo como lo vi en este lugar, lleno de amor por las personas de allí, lleno de alegría y gozo. Y sin lugar a duda Dios puso algo en nuestro corazones.
Y sí, claro que volveré.
Gracias M25 por cambiar la realidad de tantos, por ser luz y sal. Gracias por desafiar nuestras vidas en muchos aspectos, gracias por soñar en grande y creerle a Dios, Gracias.
Daniela Ospino.